Sobre la calle principal, al final del empedrado, tomando la izquierda y volviendo a girar encontré un lugar discreto. Se sabe: en toda ciudad turística están los lugares obligados (en el caso de Tilcara son las ruinas del Pucará, las cuevas de Waira y la Garganta del Diablo), pero, también están los lugares discretos: espacios grandes o pequeños que develan un paisaje, que reúnen gente, que cuentan.
Sobre la calle principal, al final del empedrado, tomando la izquierda y volviendo a girar encontré la casa de Nina Cabra. En la pared del frente decía que se fabricaban sikus y quenas. Hallé con hombre maduro y simpático que al rato de conocerme (de vista y de improvisto) me hizo entrar a su hogar-taller-exbar. Nina es músico, nació en Bolivia pero reside hace años en el noroeste junto a su mujer e hijos argentinos y se gana la vida haciendo quenas de palo santo y vendiéndolas en Bs. As. (Acusa al intendente de la Municipalidad “indígena” de no permitirle un puesto de artesano en la plaza, “sòlo están los amigos de èl”).